Por Candia Garibay*
El cielo, con sus tonos azules y nubes esponjadas, es el tejido menos denso de Gaia, la Tierra y se llama atmósfera, es como una cebolla, varias capas concéntricas por las que fluctúan casi todos los elementos de los seres vivos. Establece el clima y nos protege de los meteoritos.
El aire que respiramos es un cocktail improbable de gases muy explosivos: Hidrógeno, Nitrógeno, Oxígeno y Metano entre otros, combinación única en el sistema solar. Si la vida cesara en la Tierra los compuestos que conforman la superficie, los océanos y la atmósfera reaccionarian hasta que no fueran posibles más cambios en su composión y entonces, esto sería un planeta seco y caliente como Marte y Venus.
Esta composición de gases ha variado a lo largo de la historia de Gaia. En un principio la actividad volcánica y la radioactividad terrestre hace 4 600 000 000 de años, propiciaron un cielo anaranjado donde brillara un sol débil; cuando surgieron las primeras formas de vida hace 3700 000 000 de años, las pequeñas bacterias cambiaron el color del cielo a rosa pálido sobre un mar café; cuando nacieron los seres que se alimentan de la luz, aumentó el oxígeno atmosférico, formando un cielo azul claro sobre un mar verde; finalmente, hace solo 7 000 000 años con el surgimiento de animales y plantas, la superficie terrestre se pobló de verdor y ocacionales fuegos forestales, cielos y mares se tornaron más azules con nubes.
Sin la atmósfera, la vida no podria haber comenzado ni existido jamás. Construyamos el cielo aquí en este paraiso amenazado.
Lovelock, J. 2000. GAIA: The Practical Science of Planetary Medicine. Gaia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario