Por Candia Garibay*
En las costas de Hawaii habitan las jibias que al poco tiempo de salir de su huevo son infectadas por bacterias que brillan en la obscuridad, quienes estimulan la formación de un órgano, una especie de foco que las albelgará. Juntas bacterias y calamar, forman un ser que al brillar encandila a sus presas o se confunde con las estrellas del cielo nocturno y pasa desapercibido por sus depredadores. Pero ¿cómo le hacen las bacterias para saber cuándo brillar?
La respuesta que las bacterias se comunican mediante Quórum sensing. Liberan moléculas como la Acyl Homoserina Lactona que controla ciertos genes en respuesta a la densidad poblacional. Dicho de otra forma, cuando ésta molécula llega a cierta concentración en el ambiente, indica a las bacterias que ya son una población lo suficientemente grande como para influenciar al ambiente con agentes químicos, ya sea produciendo luz, en el caso de la simbiosis con la jibia o bien, infectando como la bacteria Pseudomonas aeruginosa que crece sin mostrar sus factores de virulencia hasta que toda la población está coordinada y, entonces, monta un ataque sorpresa el cual debe ser contundente puesto que el tiempo en el que se agotan los factores de virulencia puede ser crítico en la contienda. Se estima que el 4% de los genes de Pseudomonas aeruginosa están controlados por este fenómeno de quórum sensing.
A menudo las bacterias se fijan en superficies y forman comunidades, las cuales secretan un biofilm o matriz azucarada en la que están inmersas y cuya maduración se relaciona con quórum sensing. Estos biofilms tienen canales con agua que permiten la entrada de alimento y la salida de desechos optimizando el funcionamiento de la comunidad y por ende, haciéndola resistente a los antibióticos. Es por esto que los sistemas de comunicación bacteriana y el comportamiento a nivel comunidad que desencadenan, son claves para comprender la evolución de las relaciones ecológicas y también para desarrollar nuevas terapias y agentes antipatogénicos que no maten a las bacterias pero sí que interfieran con su capacidad infecciosa, controlándola.
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